Por: Alberto Barrow
La
Organización de Naciones Unidas (ONU) ha designado el 2011 como Año
Internacional de los afrodescendientes. Desde luego que ese intersticio
dará lugar a muchas reflexiones y acciones en torno a esta gran
Diáspora, que irán ofreciendo un perfil
de su discurrir histórico, su situación actual, y perspectivas, en un
contexto postmoderno que en mucho se caracteriza por una perversa
insistencia en borrar las especificidades e identidades etno-culturales,
so pretexto de favorecer “lo universal”.
En el caso de nuestro país, seguro que varios actores del movimiento
social afropanameño harán presencia pública colocando distintos
aspectos atinentes a este grupo humano. Desde la institucionalidad
estatal habrá que ver cómo se asume el tema en tanto que Panamá es
miembro de la ONU.
A
escasos meses del inicio del Año Internacional de los afrodescendientes
vale la pena recuperar, para nuestra memoria histórica como panameños,
un acontecimiento que se dio hace casi tres décadas, justamente en septiembre: El 1º Congreso del Negro Panameño.
Ese magno evento tuvo lugar entre
del 10 al 13 de septiembre de 1981, en el Centro de Convenciones
ATLAPA, en ciudad de Panamá. Como los hechos habrían de comprobar en el
decurso de las jornadas desarrolladas durante el cónclave, la
iniciativa no fue fruto del capricho de unos “acomplejados”, como
señalara un reputado periodista local de la época. Tampoco fue pensado
como un acto para atentar contra la unidad del pueblo panameño, tal y
cual afirmaban algunas voces públicas en el momento. El 1º Congreso del
Negro Panameño obedecía a una necesidad real y palpitante de una parte
de la sociedad panameña. Fue el resultado de un proceso de acumulación
de sostenidas luchas de distintos sectores organizados de la población
afropanameña, quienes de una forma u otra intentaban brindarle algún
tipo de respuesta a las variadas expresiones de la cuestión étnica y
racial en el país, con el entendimiento que, en efecto, éste era (y sin
duda lo sigue siendo) un asunto trascendente para hombres y mujeres cuya
ciudadanía plena, históricamente, ha tenido que sortear un mar de
dificultades, por razón de su genealogía africana.
Recuerdo
el ambicioso temario que se impuso el Congreso. Las discusiones
pasaron por temas como: Los aportes del negro a la cultura nacional; el
negro y las luchas socio-políticas en Panamá; “Antillanos” y
“Coloniales”; problemas del trabajador panameño en las Áreas Revertidas y
militarmente ocupadas en la franja canalera; las relaciones del negro
panameño con otras minorías raciales; y la lucha internacional contra la
discriminación racial y el Apartheid.
Una
Mesa Directiva, con distinguidos dirigentes afropanameños(as), fue
integrada para guiar las sesiones. El grande y carismático dirigente
sindical de los trabajadores del área canalera, y quien años después
integró la Junta Directiva del Canal de Panamá, Luis Anderson (+)
presidió el Congreso. Como vicepresidentes actuaron: Gerardo Maloney,
destacado sociólogo, poeta y cineasta; Graciela Dixon, para entonces una
muy sobresaliente voz en pro del movimiento popular; Eugenio Barrera
(+), valeroso impulsor de la “Marcha del Hambre de Colón”; Woodrow
Bryan (+), fogoso dirigente popular forjado en las bananeras de Bocas
del Toro; Harley James Mitchell, hoy miembro de la Corte Suprema de
Justicia; Karl Austin, un muy prestigioso galeno e investigador; George
Fisher (+), quien entre otros cargos públicos había fungido como
Agregado Laboral en la Embajada de Panamá en Washington, D.C.; Luther Thomas
(+), para la época, miembro del Buró Político del Partido del Pueblo; y
George Priestley (+), prolijo académico e investigador social. El
recientemente desaparecido Dr. Diógenes Cedeño Cenci, insigne ex Rector
de la Universidad de Panamá, fue el Presidente Honorario de la histórica
reunión.
Como
un “detalle”, me viene a la memoria el cariñoso y sostenido aplauso que
todos los presentes en el Teatro La Huaca del Centro de Convenciones
ATLAPA le regalaron a Don George Westerman (+), periodista, historiador,
deportista, diplomático, ensayista (Los Inmigrantes Antillanos en
Panamá), por toda una vida de entrega a la reivindicación de los
históricos aportes de los afropanameños, y del negro Antillano en
particular, a la construcción de la Nación panameña. Sobre este
personaje de nuestra historia patria, vale aquí acotar que también fue
secretario privado de Ernesto de la Guardia Jr. , Presidente de la
República (1956-1960).
Tres
días de enriquecedores debates, y una gama de resoluciones adoptadas
por los participantes en ese Congreso, marcaron la ruta del movimiento
social afropanameño en los años que se sucedieron, y sentaron las bases
para el 2° y 3° Congreso del Negro Panameño, celebrados en septiembre
1983 y noviembre 1988, respectivamente.
Dicen
que lo que no se escribe corre el riesgo de ser olvidado, sobre todo en
el mundo de hoy tremendamente marcado por la inmediatez. En la
antesala del Año Internacional que adoptará la ONU en 2011, y mediando
casi 30 años con respecto al memorable Primer Congreso del Negro
Panameño, afirmo sin riesgo de equivocarme, que ambos referentes están
en histórica simetría de propósitos, cual es: Una mirada a los
afrodescendientes en sus particularidades socioeconómicas, políticas y
culturales.
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*Fue Secretario Ejecutivo del 1º, 2º y 3º Congreso del Negro Panameño.
(+) Fallecido.
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