Fuente: http://www.aporrea.org/internacionales/n214977.html
Por: Luciano Monteagudo, Página 12; Red Voltaire |
26/09/12.-Cuarenta años después de las graves acusaciones
que la llevaron a ser encarcelada y juzgada en Estados Unidos en el
marco de un proceso eminentemente político que alcanzó gran repercusión
internacional, Angela Davis analiza en esta entrevista aquella difícil
etapa de su vida. Al referirse a la situación actual de la población
afroestadounidense, estima que «las cosas están peor con un presidente
afroamericano en la Casa Blanca».
22 de septiembre de 2012
«No creo que mis principios hayan cambiado en todos estos años. Ni
tampoco mi compromiso político.» Quien habla es nada menos que Angela
Davis, una de las activistas políticas más famosas de los años 1960 y
1970, una figura icónica no sólo por su discurso fuertemente
revolucionario y por su prominente militancia en los Black Panthers sino
también por su célebre y desafiante peinado «afro», que hizo furor en
su época entre las mujeres negras. Hoy, a los 68 años, esta intelectual y
docente universitaria, formada en la Universidad de Frankfurt bajo la
tutela de Herbert Marcuse, llegó al Toronto International Film Festival
para apoyar el lanzamiento del documental Free Angela & All
Political Prisoners.
Dirigida por Shola Lynch, la película cuenta
la ordalía de Davis 42 años atrás, cuando fue involucrada por el FBI en
el secuestro y muerte del juez Harold Haley, del condado de Marin, en
California. Cargo del cual finalmente fue absuelta, a pesar de la
presión que puso en su momento el gobernador del Estado, Ronald Reagan,
quien en 1969 ya había logrado expulsarla de la Universidad de
California (UCLA) por la abierta militancia de Davis en el Partido
Comunista.
Prófuga de la Justicia, de la que lógicamente
desconfiaba, Angela Davis llegó a integrar, a los 24 años, la lista de
los 10 fugitivos más buscados del FBI, hasta que finalmente fue
detenida, en octubre de 1970. Se desató entonces una campaña
internacional por su liberación, que incluyó la solidaridad de John
Lennon y Yoko Ono, que compusieron el tema Angela para su LP Some Time
in New York City, y de los Rolling Stones, que grabaron el simple Sweet
Black Angel, incluido luego en el álbum Exile on Main Street.
«Nunca
busqué ese grado de exposición pública y fue algo muy difícil de
aceptar entonces», recuerda Miss Davis en una entrevista exclusiva con
Página/12, en una suite del Soho Metrotel de Toronto. «Mi aproximación
original fue estrictamente política y ni siquiera en mis sueños más
locos pensé que sería empujada en esa dirección. Pero al mismo tiempo
fui consciente de que era algo con lo que iba a tener que aprender a
vivir. Y que por lo tanto iba a tratar de usarlo, no tanto en mi nombre
como en el de tanta gente que no tenía voz en aquel momento.»
¿Se refiere a sus compañeros de militancia en los Black Panthers?
Angela
Davis: Exactamente. Porque la campaña nacional por mi libertad se
inició originalmente bajo la consigna “Liberen a Angela Davis”, pero yo
consideré que debía ser “Liberen a Angela Davis y a todos los presos
políticos”, que es la frase que eligió ahora Shola Lynch para su
documental.
En la película, usted menciona que la triple condena a
muerte que pidió para usted el fiscal no se dirigía tanto hacia usted
personalmente sino hacia la construcción que usted encarnaba. ¿Puede
ampliar esta idea?
Angela Davis: Me di cuenta muy pronto de que
todo ese ensañamiento hacia mi persona excedía a mi figura y mi
situación personal. En primer lugar, porque no me podían matar tres
veces. Y me di cuenta también de lo seria que era toda la situación.
Estaban decididos a matar a la construcción de este enemigo imaginario. Y
yo era la encarnación de ese enemigo, por negra, por mujer y por
comunista. Cuando el FBI comenzó a perseguirme, aprovecharon para
encarcelar a cientos de mujeres negras y jóvenes como yo. Aprovecharon
la situación para intentar infundir miedo en toda la comunidad negra.
¿Qué cambió desde entonces?
Angela
Davis: Creo que cambiaron muchas cosas. Y pienso que cambiaron en gran
medida gracias a la lucha que llevamos a cabo. Cuando tuve la
oportunidad de asistir a la universidad, fui una de las poquísimas
mujeres negras que tuvieron esa suerte. Hoy ya no es ni remotamente así,
aunque hay que reconocer que todavía hay una enorme desproporción entre
la cantidad de estudiantes blancos y negros. Lo que hoy me angustia
mucho es que en aquel momento, cuando luchábamos por la liberación de
todos los presos políticos en particular y contra la institución
carcelaria en general, nos sorprendía la cantidad de gente encarcelada
que había en el país, pero hoy, en los Estados Unidos, hay muchísimas
más personas tras las rejas. Hoy en mi país hay dos millones y medio de
personas encarceladas. Uno de cada 37 adultos está bajo el control del
sistema penitenciario. Lo cual es un porcentaje altísimo. Es el país con
mayor población carcelaria del mundo.
¿A qué lo atribuye?
Angela
Davis: A los índices de pobreza, sin duda. La mayoría de los hombres
jóvenes negros hoy están desempleados. Este es obviamente un problema
político y también de racismo. Es verdad que los libros de texto ya no
expresan abiertamente el racismo como sucedía antes y que oficialmente
ya no hay segregación racial, pero en muchos sentidos la situación está
peor hoy que hace medio siglo.
¿Incluso con un presidente afroamericano, como Barack Obama?
Angela
Davis: Sí, es triste decirlo, pero las cosas están peor con un
presidente afroamericano en la Casa Blanca. Esa es la ironía. Porque
hace medio siglo hubiera sido impensable que alguna vez un hombre negro
pudiera ser presidente de los Estados Unidos, cosa que hoy es posible.
Pero también hay que decir que hoy a nadie en la Casa Blanca le importa
que un millón de hombres negros estén presos. Y esto tiene una relación
directa con el desmantelamiento completo del sistema de bienestar social
y con la desindustrialización que está viviendo el país, con la
consiguiente pérdida de puestos de trabajo. Antes la población negra
tenía fuentes de trabajo en la industria siderúrgica, en la industria
automovilística y tantas otras industrias que ahora se han mudado a
otros países donde la mano de obra es mucho más barata. Yo nací y me
crié en Birmingham, Alabama, y allí la industria siderúrgica era la
principal fuente de trabajo. Todavía lo sigue siendo, pero con muchos
menos puestos de trabajo que antes. Y si a eso le sumamos la falta de
contención social, la falta de educación, la falta de un buen sistema de
salud pública, sucede que la cárcel se convierte en la solución por
defecto de todos los problemas sociales que no se atienden
políticamente.
Hablando de prisiones... ¿por qué piensa que Obama no cumplió con su promesa de cerrar la cárcel de Guantánamo?
Angela
Davis: Eso es lo que debió hacer desde un primer momento, no bien
asumió el gobierno. En muchos sentidos debemos decir que la llamada
«guerra contra el terrorismo» lo sobrepasó. Pero también tenemos que
reconocer que la primera razón por la cual no cerró Guantánamo es porque
no salimos a la calle a reclamarlo. En muchas instancias, la gente que
eligió a Obama no se mantuvo unida y alerta. Habría que haber creado un
movimiento detrás de este tema para poner presión y que la cárcel de
Guantánamo se cerrara. Y también para crear un mejor sistema de salud
pública, mejor educación, etcétera, etcétera. Y eso es todavía lo que
tenemos que hacer.
¿Para las próximas elecciones?
Angela Davis: Absolutamente. Tenemos que salir a ocupar espacios, adquirir una dimensión de lo que es posible y necesario hacer.
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