Por: Jaime Arocha
- Como doña Francisca hizo una complicada maroma para alcanzarme el agua que le había pedido, tuve que preguntarle cómo era que tranquilamente dejaba que una araña tejiera su tela justamente sobre la nevera de su tienda.

Hacia el futuro habrá que averiguar si en esa región minera abuelas y maestras aún hacen como sus contrapartes de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, o de las islas Caimán, Barbados y Surinam: narrarles a niños y niñas los cuentos sobre los trucos a los cuales apela ese ser astuto para vencer a tío Tigre o a otros enemigos más poderosos. Una fuente de optimismo es que los culimochos de la región de Iscuandé (Nariño) sigan usando la palabra Anancio para referirse a ese bromista legendario. Este hecho es significativo porque ese pueblo se autoidentifica como de cultura afro, pero descendiente de navegantes vascos, quienes supuestamente antecedieron a Colón en su llegada a las Américas. Además de embaucador, a Ananse o Anancy lo reconocen como el Prometeo de africanos y afrodescendientes, con la particularidad de que, además de haberles legado el fuego a los humanos, les dio su sabiduría. El próximo 9 de junio ciudades como Kingston (Jamaica), Orlando y Fort Lauderdale, en la Florida, y Washington se unirán para celebrar el Festival de Anancy 2012.
Considerando que el Ministerio de Cultura declaró a mayo como el Mes de la Herencia Africana, me pareció indispensable hacer un llamado para que esa entidad impulse políticas que salvaguarden la mitología de un ser con el cual miles de nenas y nenes del Afropacífico han sido ombligados, es decir ungidos con sustancias preparadas a partir de la tela de Ananse. A lo largo de los años de esclavización, padres y madres aspiraban a que mediante ese rito los ombligados de Ananse adquirieran su valor y astucia para alcanzar la libertad. Hoy sí que son indispensables esas cualidades para enfrentar las dificultades que deletreó el Encuentro Nacional de Consejos Comunitarios y Organizaciones Étnicas de Comunidades Afros en Colombia, reunido entre el 17 y el 21 de noviembre en Bogotá. La más grave quizás sea la “(…) situación de emergencia humanitaria para comunidades (…) que han liderado procesos de denuncia y exigencia de derechos frente a graves violaciones de derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario (…), por agentes estatales en connivencia con grupos paramilitares y neoparamilitares, así como por grupos insurgentes, con especial afectación en las mujeres, la niñez y la juventud, e impactos en las formas organizativas propias y ancestrales”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario