Por: Luis Daniel Lagunes Marín
Hace un año murió Isaac Echinedu en un
hospital del Distrito Federal, a Isaac lo atropelló un auto en calzada de
Tlalpan cuando corrió confundido y malherido por la golpiza que le había
propinado la policía Local.
Isaac
tenía una historia de vida que bien podría ser motivo de una novela: nació en
Nigeria, fue secuestrado por la guerrilla cuando niño y vendido como esclavo en
Sierra Leona donde fue obligado a trabajar como “niño chango”, trepado en los árboles
para avistar si el ejército se acercaba; fue rescatado de la esclavitud, pero
la situación política de Sierra Leona, donde había estallado la guerra civil,
lo obligó a salir buscando una vida más tranquila, fue así como llegó en barco
a México, entrando por el puerto de Veracruz.
Ya
en México fijó su residencia en el Distrito Federal, se casó con Liduvina
Castillo y tuvieron una hermosa hija; Isaac mantenía a su familia vendiendo
bisutería en un puesto callejero. La
agresión a su persona por parte de las distintas policías fue constante,
resaltando tres ocasiones que a continuación se relatan:
-En el 2004 el chofer de un autobús no quiso
detenerse para que Echinedu bajara, ante los reclamos del africano el conductor
detuvo una patrulla, dio dinero a los policías y estos cumplieron el cometido
de golpearlo y amenazarlo, el agredido levantó una denuncia que nunca dio resultados.
Fotografía: http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/106425.html
-Un día de abril de 2007 fue a
Tepito a saldar una deuda con quien le vendía la bisutería, tuvo la mala suerte
de encontrarse con un operativo donde la policía localizó gran cantidad de
drogas y se lo llevó en calidad de detenido con el respectivo linchamiento
mediático por el único motivo de ir pasando por ahí; el ministerio público
señalaba como prueba de su participación en el tráfico de drogas el que Echinedu
llevara una báscula gramera en el pantalón, sin embargo Liduvina señala que el
pantalón que ese día usaba su marido no tenía bolsas traseras. Salió libre dos años después, la policía no le
otorgo ni un “usted disculpe”.
-La última agresión que sufrió
por parte de la policía fue la que provocó la pérdida de su vida; Isaac estaba
en la calle y una patrulla se detuvo a interrogarlo, tuvieron una discusión
posiblemente provocada porque Isaac se resistiera a subirse o a algún tipo de
extorsión; los policías lo golpearo, tumbándole varias piezas dentales y
dejándole una herida en el cráneo que los familiares declaran tenía el grado de
fractura. Minutos después Isaac estaba en el suelo siendo atendido por
paramédicos, cuando intempestivamente se levantó preguntando por sus pertenencias,
malherido y en un ataque de confusión salió corriendo en el rumbo que se había
ido la patrulla, fue atropellado por un tsuru y horas después falleció.
Las acciones de la policía para
con Echinedu, que no son la excepción sino la regla en los cuerpos policiacos,
no iban a ser enjuiciadas legalmente pues el gobierno tiene la política de
protegerlos; sin embargo, después de una amplia movilización coordinada por el Comité
de Defensa de Afromexicanos y Naturalizados, el gobierno del Distrito Federal
se vio obligado a proceder contra los policías, aunque esto no repare en lo más
mínimo la pérdida de una vida humana, del compañero de vida para Liduvina
Castillo o del Padre para su pequeña hija.
Más allá del racismo y la
discriminación racial que como sociedad tenemos y expresamos en nuestras
nociones de belleza, en la distribución de la riqueza o en el acceso a empleos;
un gran número de migrantes, naturalizados y mexicanos de nacimiento tienen
problemas con las autoridades migratorias, funcionarios públicos y distintas
corporaciones policiacas porque su fenotipo no coincide con el imaginario de lo
que racialmente nos han inculcado e impuesto que significa ser mexicano. La historia oficial minimiza u oculta sistemáticamente
el papel que los africanos y sus descendientes hemos jugado en la construcción
de este país, mientras las televisoras fomentan el imaginario de una sociedad
uniracial, homogénea y que poco permite la diferencia. En ese sentido, las
personas cuyo fenotipo es cercano al imaginario racial de lo negro, es decir:
nariz ancha, pelo chino o piel oscura principalmente (en esa escala tan
particular que tenemos los latinoamericanos de lo que es ser “negro” o ser “blanco”),
se hayan constantemente ante una sociedad que, cuando menos a primera vista,
duda de su mexicanidad. Esto que es cansado, injusto y llega a ser traumático,
llega al grado del daño físico cuando es un policía el que efectúa la evaluación
de si la persona en cuestión coincide o no fenotípicamente con lo que significa
ser mexicano y si decide que no lo es, se es un candidato perfecto a la extorsión
o intento de ser deportado.
A lo anteriormente enunciado,
sumémosle la descomposición de las llamadas fuerzas del orden, su corrupción y
servicio hacia intereses grupales, la existencia de la extorsión como forma
cotidiana de enriquecimiento o supervivencia. En este contexto, la piel negra
es un signo que para muchos miembros de la policía o agentes migratorios dice “estoy
indefenso, vulnerable en un país que no es el mío, soy fácil de extorsionar”,
¿suena poco creíble?, ¿Le parece a usted un caso aislado? Recordemos la triste
matanza de San Fernando o las violaciones sexuales en las rutas de migrantes;
busque un poco de los testimonios de guerrerenses y oaxaqueños que han sido
amenazados de ser deportados a Centroamérica.
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