Leyendo los dos mensajes del hermano Balanta Castillo, quien conserva en su primer apellido la impronta de la nación africana de origen, con sus buenas dosis de garveyismo subconsciente en muchos de nosotros, cuando recreamos sin querer la historia oficial, me quedan sonando varios conceptos, unos políticos - como el dicho por la alcaldesa Judith Pineda- otros legales, dichos por el cimarrón Balanta citando a la honorable Corte Constitucional de ésta nuestra nación y suelo patrio, entregado en concesión hace rato al mejor postor o de no, arrancado a balazos como le pasó a la OCABA sin que hasta ahora nada se haya restituido.
Sí, Colombia es nuestro país, por más que nos quieran negar el derecho y por más que a veces, con ese garveyismo en mención, como el poeta Aimée Cesaire, pensemos como en sus Cuadernos de Regreso al País Natal, en esa África idílica llena de gente "buena", pero débil, conquistada y vencida en su medio, por una gente blanca europea mala, "pero más fuerte y más lista", que es lo connotado en este cuento de hadas sobre el cual Jorge Isaac sin quererlo, aporta, entre muchos otros, un llamado a la revisión de todo cuanto decimos en el afán por reivindicar ese ancestro africano que nos llena de orgullo.
Lo primero que me llama la atención son las palabras de la alcaldesa Judith Pinedo. Afirma la gobernante de la heroica: “Estos procesos son para que los afro empiecen a pensar en términos políticos”. Un aluvión de interrogantes acude a mi mente ante tamaña frase. Por razones de espacio los resumiré así: ¿Acaso Dionisio Miranda en el PDA llegó como candidato a la gobernación de Bolívar y Alcaldía de Cartagena, llevado por el pensamiento tradicional del mestizaje blanqueador de la "cultura nacional" colonialista que sigue vivita y coleando? ¿Acaso Yakelín Moguea fue candidata improvisada en el PDA por negritudes, como el "gatico" y el "pincito" que a punta de billete lograron los votos para usurpar las curules para personas negras? ¿Acaso la labor de Miguel Obeso desde hace rato en la Alcaldía de Cartagena está en representación del pensamiento "latino"?
Dios quiera y estas preguntas se las hagan llegar a la alcaldesa, porque la defensa de las tierras que aún no han podido esquilmarles a los afrodescendientes, no son el producto de concesiones sino de parte de un movimiento organizativo de afrocolombianos como Dionisio Miranda, Emerson de Arco y su kombo, que han venido dando la lucha organizativa, ante el latinismo comercial de la agenda neoliberal que anda afanada buscando negocios "con la madre patria".
Tampoco la etnoeducación afrocolombiana en el tramo de los años 80 fue producto de un chiripazo, sino del aprovechamiento de oportunidades como aquella cuando Dorina confronta en lengua palenquera a la comitiva del presidente Barco y su Mineducación Becerra Barney, para demostrar que no todos éramos iguales en Colombia culturalmente, que esa monolítica "cultura nacional" latinista de López de Meza era un fraude.
Detrás de Dorina ya había un movimiento de líderes conscientes de su etnicidad que se remonta a la época universidad del Atlántico de Dionisio Miranda y Emerson de Arco Aguilar. Curiosamente en la Constituyente de 1991, años más tarde Lorenzo Muelas Luengas repite este gesto en lengua guambiana ante el intransigente Gómez Hurtado.
Y hablando de la Constituyente de 1991, su congresito y posterior carta política actual, con sus artículos 7, 8, 9 y 10, no sólo reconociendo la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana, sino que además, con el compromiso de proteger y reconocer el patrimonio cultural se halla, un hecho importante, reconocer y reivindicar la existencia no sólo de una única "lengua materna" - como la de la "madre patria" excluyente de 1886- sino que pueden ser también maternas, las lenguas de las etnias que hacen parte de la nación colombiana y que se hablan en un territorio.
Existiendo esta base constitucional que da sustento a la ley 70 de 1993, desarrollada a partir del espacio del artículo T-55 me llama la atención cuando comentas sobre un fallo de la Corte Constitucional: […] hay una condición fáctica y de Ley que reconoce nuestra existencia como colectivo étnico, luego entonces somos “Sujetos de Derechos”. El inicuo argumento de que no nos reconocen los derechos porque no existen comunidades negras al amparo de algunas normas legales y que por lo tanto éstos no son exigibles, se cayó con la salida magistral de la sentencia T 745- 10.
Risible que no se nos reconozcan ciertos derechos, pero que sin embargo además del Plan Integral Afrocolombianos, recientemente actualizado y poco financiado como siempre, se hayan expedido hasta documentos CONPES como el 300. Eso que afirmas allí me deja un poco lleno de confusión. Como también me deja impactado esa declaración tuya Gustavo cuando dices: “Las comunidades afro necesitaban no sólo organizarse, sino empezar a incidir de manera directa en las políticas públicas de la ciudad. Ese hace parte de nuestro objetivo y esperamos lograrlo”- el subrayado es mío.
Caramba Gustavo: ¿Acaso no fue incidencia en las políticas públicas de la ciudad, esa movilización que impidió que esos concejales de mentalidad bien karomanty estrenaran el veto contra Cindy Meza? Lo político tiene otros escenarios etimológicos y fácticos, diferentes a la partidocracia y mucho antes de esa casa, en otras casas se gestaron muchos actos políticos que le permiten a los afrodescendientes conservar la posesión de la tierra en esas localidades de la Bahía de Cartagena. que mencionas.
A juzgar por la coincidencia entre la alcaldesa Pineda y tú, tal vez te estés refiriendo a los afro organizados en torno al movimiento Mariamulata, porque las organizaciones afro que vienen del PCN en Bolívar, con sede en Cartagena, tienen un largo proceso organizativo que incluso les permite poseer en María La Baja la primera sede universitaria etnoeducativa afrocolombiana en el Caribe, en convenio con las universidades de Guajira, Cartagena y Pamplona, un colectivo académico que rinde homenaje a Manuel Zapata Olivella, de quien paso a recordarte estas citas de su recomendable obra, la Revolución de los Genes, enjundioso ensayo editado por Altamir Ediciones en 1997.
Franz Fanon citado por Zapata Olivella en dicha obra, en el Primer Congreso de Escritores y Artistas Negros en Paris 1956 apunta: “En la última distribución de premios en Dakar el presidente senegalés Leopold Senghor, decidió incluir en los programas el estudio del concepto negritud. Si la preocupación manifestada por el presidente de Senegal es de carácter histórico, hay que estar de acuerdo con él. Si, por el contrario, se trata de formar conciencias negras, es simplemente dar la espalda a la historia, que ya ha dado constancia de la desaparición de la mayoría de los negros (pág. 112).
Esta posición de Fanon, que no es ninguna alienación sino el de una persona independentista que hizo en vida “el retorno al país natal” del que habló Cesaire, es decir, Argelia - y otros países africanos - en donde vio cómo el gran capital no necesita de pigmento sino de ambición para que un gobernante negro oprima a cualquier persona sea o no de su pigmento. Allí en Nigeria, la cuna del Aikú, dictadores carniceros como Abacha u Obasanyo, han competido en fiereza con Pinochet o Álvaro Uribe Vélez en su represión y exterminio del contrario, como le sucedió al escritor Ken Saro Wiwa, a pesar del mucho aché y del aché para ti.
En 1964 por ejemplo, en otro encuentro panafricanista en Senegal, comenta el Sociólogo Fernando Morán en su obra Revolución y Tradición en el África Negra – citado por Zapata Olivella también- contaba cómo una ponencia de un joven africano comentaba: […] se siente, a pesar del color de la piel el joven [anticolonialista de la época] más cerca al presidente Fidel Castro que al presidente Tschombe (pág. 113) […]
En la obra María de Jorge Isaac los personajes de Nay y Sinar, ambos de la aristocracia negra de la costa de Oro, cuentan que para llegar a América como desterrados comercializados, mediaron las guerras entre naciones africanas, que vendían a sus prisioneros de guerra a los tratantes de esclavizados portugueses, holandeses, ingleses y otras heces, un comercio entre otras cosas donde fueron pioneros los islámicos de piel oscura, es decir, los moros o “morenos” como los Diolas del Casamance.
En la obra de Sol a Sol, Nina S. de Friedeman y Jaime Arocha, dan cuenta del reclamo de un cimarrón contemporáneo de Surinam a un nativo de Senegal, frente a la llamada “factoría” donde se acopiaban prisioneros de guerra y súbditos cambiados por licores, armas y baratijas, los mismos que eran transados como mercancías, por reyezuelos de la madre África.
África no sólo es la cuna de la humanidad, sino de las religiones politeístas como el panteón Yoruba con el cual te identificas o del monoteísmo del cristianismo, con el cual yo me identifico: África no es un “paisito” sino un continente con diversidad de identidades, justicias e injusticias, como cualquier lugar de este mundo, no el idealizado país natal de ángeles negros, que imaginaban Marcus Garvey o Aimée Cesaire.
Sería bueno que María Mulata que iniciara su mandato tirándose placas tan promisorias como “más Pedro Romero que Pedro de Heredia”, hiciera un audaz gesto sustantivo de equidad: revertir ese desplazamiento tributario, reflejado en los costosos impuestos y servicios públicos, que sufren los afrodescendientes en sectores que les pertenecen por siglos, y son parte del área cobijada por el patrimonio de la humanidad reconocida por la UNESCO, me refiero al barrio de Getsemaní o Ximaní:
Precisamente de las casas de artesanos pardos y mulatos, el Almirante Padilla con Pedro Romero fraguaron el asalto con sus lanceros para evitar que la independencia de Cartagena, se pareciera a las farsas promonárquicas de Bogotá o Méjico, con sus memoriales de sumisión, de criollos como Camilo Torres que reconocían al rey, se reconocían como españoles de América.
Sería bueno que desde la Boquilla a Pontezuela se promueva un acto de declaratoria de propiedad colectiva, como los que el presidente Samper les reconoció a los troncos campesinos del Bajo Atrato, que fueron desconocidos bajo el gobierno Uribe por militares y paramilitares: la OCABA de que te hablé al comienzo de este escrito y que muchos hemos olvidado con todo y que batimos la bandera de la etnicidad.
Atentamente:
Nicolás Ramón Contreras Hernández.
CC.92.226.628 de Tolú – Sucre. Ciudadano Afrodescendiente Independentista de la Región Caribe en la República de Colombia.
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