Shanel Marie Veras García, con diez años de
edad y amor por el baile y el canto, se presenta como el ejemplo
perfecto de aceptación desde temprana edad. Lleva su pelo al “natural” y
se siente orgullosa por ello. “Me gusta de mi cabello que no tiene
ningún tipo de químicos. Es muy práctico porque no tengo problemas
cuando salgo con él suelto y hace frío o llueve”, dice.
A pesar de
que se acepta con su cabello sin procesar, en el colegio no le permiten
llevarlo suelto. “Si lo usara de esa forma les dijera a los demás que
es natural y muy lindo”, asegura.
Teresa García, salonera con más de 10 años de
experiencia, dice que procesar el cabello no es “muy bueno” para las
niñas, pero que los padres que decidan alisarlas deben hacerlo después
de los 12 años.
UN PROBLEMA QUE DATA DE AÑOS
De
acuerdo a la maestra y experta en negritud Celsa Albert, en su libro
“Mujer y esclavitud”, las adjetivaciones despreciativas al fenotipo
dominante negro, en una sociedad racialmente mulata como la dominicana,
han traído como reacción en la mayoría de las mujeres alaciarse el pelo
desde la temprana infancia y en el uso exagerado de cremas blanqueadoras
por doloroso que sea este proceso.
“Las razones de este
comportamiento las encontramos en otras adjetivaciones peyorativas para
su pelo y color, tales como greña, pimienta, negra, prieta, haitiana,
etc.”, afirma Albert.
Estas limitantes -en cuanto al cabello y
color de las niñas se pueden extender hasta la adultez y la selección de
pareja o de trabajo, por lo que ocasionan problemas de autoestima y
autoaceptación.
Aceptar los rizos desde pequeñitas
Giselle
Abel, madre de Leyla, ha experimentado los prejuicios de una sociedad
en la que el pelo ‘natural’ no posee mucha aceptación.
“Mi hija
llegó de Canadá a los tres años sin ningún tipo de complejo, porque allá
se tiene mucha diversidad de personas y menos prejuicios. Aquí se tuvo
que adaptar a una sociedad que se rige por un estándar de belleza
opuesto a nuestra realidad de mezcla de razas y clima tropical. Al
inicio fue difícil, pues ella quería tener el pelo largo, lacio y rubio,
entendiendo que eso es ser linda”, afirma.
A pesar de que lucha para que su hija se sienta aceptada y bonita, todavía se enfrenta a muchas trabas.
En
la calle y en el colegio la niña ha debido enfrentar los prejuicios.
“Me enviaron a decir que ella no puede ir con el pelo suelto, bajo la
excusa que es por su propio bienestar (prevención de piojos y eso),
mientras hay niñas con el pelo lacio o desrizado que sí van con él
suelto. Ha sido una de las experiencias más desagradables que he tenido
que enfrentar”, considera.
Abel señala que con mucha dedicación y
trabajo, ha podido manejar la situación para que su hija disfrute lo
maravilloso de llevar el cabello rizado.
“Con mi hija he trabajado
mucho, y con mis familiares también, para darle retroalimentación
positiva sobre su tipo de pelo, que es diferente a todas sus primas y
tías... Procuro utilizar un tratamiento de aceite una vez a la semana
antes de lavarle la cabeza, utilizamos shampoo bajo en sulfatos y
acondicionador sin silicon y productos como ‘leave in’ y pomadas para
estilizar”, destaca.
Jessica
La historia de “Jessica” de
Barahona es diferente. A los 11 años la alisaron y ahora, con 12 años
de edad, decidió por cuenta propia dejar de someter su cabello a
procesos químicos.
“Me alisaron porque cuando me peinaban mis
cabellos naturales eran duros y rompían los peines. También tenía mucha
presión de mi familia y de la gente del pueblo”, recuerda.
Al preguntarle sobre el porqué de su decisión, Jessica dice que cuando se alisó se dio cuenta de que el pelo se le caía.
“Se
me hizo un hoyo grande y los cabellos no me crecían en esa área. Yo me
sentía bien con mi pelo lacio, pero después vi que estaba dañado. Ahora
con mis cabellos naturales y cortos me siento bien y muy contenta”,
asegura.
Tras decidirse por el “gran corte”, Jessica ha recibido la aceptación y el apoyo de su familia.
“Todos
estaban de acuerdo con que me lo cortaran y están felices y me dijeron
que estoy muy bonita. Mis compañeros de la escuela me hallaron rara,
pero después les gustó. A mis profesores les cayó bien y me dijeron que
vine cambiada de la capital”, concluye.
BOMBARDEO QUE LAS CONFUNDE
Carolina
Contreras, de missrizos.com, asegura que muchas niñas son bombardeadas
por la radio, televisión y cultura popular, con imágenes que no se
parecen a ellas.
De acuerdo a sus palabras, los padres juegan un
rol importante al recordarles que son inteligentes y bellas. “Primero
hay que cuidar cómo hablamos, eliminando los términos como cabello malo,
brillo, duro, pimienta, ya que todos son negativos. Remplace esos
términos con cabello bonito, suave, brilloso, y saludable”, destaca.
Contreras
asegura que los padres deben de tomarse el tiempo y aprender sobre el
cuidado del cabello de sus niñas y niños. “No hay por qué halarle el
pelo, romper peines, ni hacerlos llorar. Con técnicas y con los
productos apropiados ayudará a que la niña, al igual que los padres,
aprecie el cabello que crece naturalmente de su cabecita. Cada cierto
tiempo párense frente al espejo y recuérdele en voz alta lo bello que es
su cabello y cada característica física de su cuerpo”, sugiere
Carolina.
Contreras también aconseja a los padres que no desricen
a sus niñas ya que el desrizado utiliza químicos muy fuertes y
peligrosos, “aún más para una pequeña que aún no ha terminado de
desarrollarse”, dice.
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