lunes, 20 de junio de 2011

LA CUMBRE MUNDIAL AFRODESCENDIENTE Y OTRAS CUMBRES: ENTRE EL CÁLCULO ESTRATÉGICO Y LA IDENTIDAD NO NEGOCIABLE.

Por: John Antón Sánchez

Análisis de Coyuntura/Estructura 5

La Cumbre Mundial Afrodescendiente y otras cumbres: entre el cálculo estratégico y la identidad no negociable.

Lo dije en su momento, así como respaldo la convocatoria que ODECO hace a la Cumbre Mundial Afrodescendiente, que se celebrará entre el 18 al 21 de agosto en la Ceiba (Honduras), también apoyaré otros eventos similares, que se realicen con ocasión del 2011.

Hasta ayer 14 de junio, mientras hacia un largo viaje en autobús de Cali a Quito, pensaba en el vil asesinato de Fabricia Córdoba en Medellín, y revisaba el messenger desde mi móvil. Leí con sorpresa una cadena de e-mails donde se anunciaba que entre el 19 y el 22 de junio de 2011, en la ciudad de Caracas (Venezuela) se realizará el “Foro de la Afrodescendencia en Nuestra América: IV Encuentro de Afrodescendientes y las Transformaciones Revolucionarias en América”

“Chévere! – pensé-, otra convocatoria importante, otro llamado afrodiaspórico que hay que apoyar y apostarle. Pero, ¿cómo es posible que hasta ahora me entere? Les confieso que sentí una especie de quemazón a mi interior. Pero esas serán mis cavilaciones interiores.

Dado que no tengo mayor información, mis comentarios son limitados. Pero por el grosor de la agenda, el Foro será prometedor. Al menos el Presidente Hugo Chávez dará dos discursos: el inaugural y el de clausura. Y muchos de mis amigos del movimiento continental se darán cita allá. Aunque otros tantos no figuremos en la lista de invitados.

Sería inicuo sostener que así como alguna vez un sector de voceros del movimiento social regional acusó la Cumbre de la Ceiba “de afroderecha”, la reunión de Caracas fuera de “afroizquierda”. Entramparnos en este debate es perder el sentido de nuestras movilizaciones contra el racismo, por la ciudadanía negada desde la esclavización.

De modo que entre la Cumbre de la Ceiba y el Foro de Caracas hay una circunstancia geopolítica que reta los intereses del movimiento afrodiásporico: el reclamo de nuestros derechos ciudadanos y la lucha contra el racismo. Bien lo escribió Celeo Álvarez estos días:

“está demostrado que las condiciones de las mayorías Afrodescendientes son deplorables en todos nuestros países, sean regímenes de derecha o de izquierda, consecuentemente se pueden mostrar las pequeñas victorias y relativos avances en donde existe mayor organización, movilización, capacidad de incidencia y de propuestas de la sociedad civil Afrodescendiente, también estamos conscientes que todos los espacios son necesarios, las alianzas estratégicas son necesarias, así como las acciones responsables que cambien positivamente las vidas de millones de Afrodescendientes”
La visión de Celeo pone de presente una praxis total malconiana: “Debemos conquistar nuestros derechos por los caminos necesarios”. Pero también es digna del análisis sociológico sobre la coherencia que deben tener los movimientos sociales al realizar con efectividad sus acciones colectivas. El movimiento social afrodescendiente, más allá de las naturales divergencias entre sus actores, más allá de los intereses entre sectores, debe tener un enfoque estratégico en su acción y una solidez ideológica que lo identifique.

Los teóricos de los movimientos sociales coinciden en que el éxito de una acción o contienda tiene lugar cuando los actores en movimiento saben usar estratégicamente las oportunidades políticas que brinda el sistema. Cuando el entorno institucional es favorable, cuando el contexto político da la posibilidad, los actores deben hacer sus cálculos racionales. Y justo allí, y solo allí, es cuando hay que interpelar, realizar alianzas, mover las fichas y sacarle provecho a la coyuntura. Por eso tanto en Honduras como en Venezuela lo que vemos es justo un aprovechamiento racional de las oportunidades para la acción.

Y es que las situaciones, si bien tienen contextos diferentes, las estrategias pueden ser oportunamente aplicadas. Tanto en Honduras como en Venezuela vemos que hay actores y organizaciones que han logrado apelar al sistema político y haciendo sus cálculos están alcanzando sus objetivos estratégicos. Seguramente tanto Chucho García como Celeo Álvarez, con sacrificio, han tejido alianzas, negociado posiciones y cedidos espacios.

Pues el solo hecho de que el Presidente Chávez inaugure y clausure el Foro de Caracas no significaría que un sector de la afrodescendencia se ha alineado a la revolución bolivariana, o que nuestro movimiento haya perdido su objetivo afrocentrista para entregarse como cordero al matadero a un escenario socialista o de izquierda históricamente mezquino.

Lo mismo debería ocurrir en Honduras. Con la misma legítima estrategia utilizada por los actores calculadores y racionalmente estratégicos, el Presidente Porfirio Lobo debería inaugurar la Cumbre y bailar punta garífuna en la clausura, sin que los compañeros que vallan a la Ceiba se les critique después de “porfiristas”

Mi análisis podría sonar muy funcionalista. Así podría interpelarme Agustín Lao en Puerto Rico o Rafael Perea en el Chocó. Pero no. No se trata que “el fin justifique los medios”. Los movimientos sociales expresan el deseo de cambio en la sociedad. Buscan transformar las estructuras de opresión y desafían el poder teniendo claro su identidad ideológica.

Un movimiento social apela a actores dominantes, que tienen recursos poderosos que desestabilizan. Pero cuando los actores en movimiento no tienen valores, símbolos, discursos y repertorios claros, el adversario termina cooptándolos, corporativizándolos. Esta experiencia ya ha sucedido en algunos casos, tal como lo expresa Guillermo Ponce:

“Así se explican muchas cosas que nos pasan a los Afrodescendientes en todo el mundo, por un lado la derecha nos invisibiliza o no nos tiene en cuenta y por otro lado la izquierda nos utiliza”

Por tanto, ante una posible cooptación por parte de los sistemas políticos hegemónicos en que nos encontramos, las tendencias del movimiento social afrodiaspórico deben tener claro que si bien hay que saber aprovechar las oportunidades políticas, no todo se vale.

Toussaint, Garvey, Malcom, Cessaire, Senghor, y otros nos enseñaron que la identidad colectiva está primero que la estrategia. Nuestras reivindicaciones políticas deben ser coherentes con el afrocentrismo. En algún momento del cálculo racional y de las alianzas debemos ser intuitivos y comprender que el legado los ancestros no es negociable. Pues tanto la izquierda como la derecha nunca han depuesto una actitud consecuente ante la práctica real de una democracia incluyente y una ciudadanía sin racismo.

Nuestros actores del movimiento afrodiaspórico nunca deben perder la esencia en la contienda. Pero esto no significa caer en el esencialismo identitario, pues los radicalismos insensatos nos pueden llevar una lectura equivocada y debilitar la estrategia.

En las circunstancias políticas que envuelven nuestros sistemas políticos latinoamericanos, el movimiento social afrodiaspórico tanto en La Ceiba, como en Caracas, y seguramente en noviembre en Salvador de Bahía, debe mantener el equilibrio estratégico y político con identidad entre lo negociable y lo no negociable.

A la memoria de Ana Fabricia Córdoba, mártir de la guerra en Colombia.

John Antón Sánchez
Doctor en Ciencias Sociales, Flacso
Fundación las Mojarras- Condoto.
Quito, junio 15 de 2011.

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