domingo, 10 de abril de 2011

EL DILEMA PARA DEFINIR A COLOMBIA EN LA CONSTITUCIÓN

Fuente: http://www.eltiempo.com/politica/el-color-y-la-nacion-que-somos_9054143-4



Por: DANIEL MERA VILLAMIZAR | 8:58 p.m. | 22 de Marzo del 2011

Negros determinarían si esta es una 'nación pluriétnica y multicultural' o una 'nación diversa'.
En los 20 años de la Constitución, el autor sostiene que no es lo mismo 'nación pluriétnica y multicultural' que 'nación diversa', y que los negros pueden inclinar la balanza hacia una u otra.

En la definición del "carácter de la nación colombiana", al igual que en otros campos, no ha terminado la transición tras el cambio que introdujo la Constitución de 1991. Pasar de "nación mestiza" a "nación pluriétnica y multicultural" ha sido complejo, porque ambas son ficciones, intelectuales y sociales, que no recogen bien la formación del país. Un concepto intermedio, el de "nación diversa", más dúctil y afín a nuestra composición, ha venido perdiendo terreno, pese a que es el que aparece más claramente en la Constitución.

Por origen, somos una nación cívico-territorial, producto del acuerdo, más o menos voluntario, de unas provincias, villas y vecinos para conformar una unidad política mayor. No hubo, al principio de la República, un pacto o unión entre grupos autogobernados diferenciados por su cultura o su 'raza'. Los blancos dominaban a una población mezclada racialmente, convertida al cristianismo y a la hispanidad, en su mayoría. El mestizaje, en varios sentidos, era una realidad. Pronto se impuso el proyecto de "nación mestiza", porque los negros y los indígenas por sí mismos no podían ser reconocidos en la nacionalidad, y mejor si el color oscuro se desvanecía con el paso de las generaciones. No ocurrió, pero la nación mestiza siguió discriminando simbólicamente a las minorías, hasta 1991.

La Carta Política, sin embargo, no dice que somos una "nación pluriétnica y multicultural". Para corregir el desconocimiento de las minorías en la autocomprensión nacional, usa palabras bien escogidas: "El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana" (Artículo 7, De los principios fundamentales). Es decir, no les da primacía a las pequeñas partes en la definición del todo. Si se quiere, señala como 'naturaleza' de la nación, la diversidad. Tampoco dice "nación diversa", pero esta es mucho más cercana a la letra y al espíritu de la Carta.

En rigor, son tres los artículos multiculturales: 246, 286 y 330, que reconocen a los pueblos indígenas jurisdicción especial, entidades territoriales y autogobierno, "con sus propias normas y procedimientos, siempre que no sean contrarios a la Constitución y leyes de la República". El término "pluralista" en el Artículo 1 se refiere a opciones político-ideológicas, no a sistemas culturales, como era obvio en la época. Los demás artículos relacionados (8, 10, 63, 68, 70, 72, 176) están orientados a la protección de la diversidad cultural. El 55 transitorio reconoce la propiedad colectiva a las comunidades negras de las "zonas rurales ribereñas de los ríos de la cuenca del Pacífico", principalmente. Así, los indígenas sustentan el dilema multicultural, y los negros enriquecen la diversidad.

Se ha creído que esta discusión afecta solamente a las minorías étnicas, y por eso merece muy poca atención de quienes se ocupan de los temas nacionales. No se advierte que al definir a las minorías se está definiendo también, indirectamente, a la mayoría, y estableciendo las pautas de la relación entre esta y aquellas. Ha sido un error. Los pensadores del proyecto moderno y liberal que despreciaron el "caballo" de la multiculturalidad y lo dejaron pasar por la puerta de atrás y apropiarse de lo "políticamente correcto" enfrentan hoy un formidable desafío. La idea de nación que lleva la delantera les es 'hostil'. Ya no supone un consenso mayoritario sobre los valores del proyecto colombiano.

Curiosamente, como en la guerra de independencia, son los negros y mulatos los que pueden inclinar la balanza hacia una u otra idea. El reconquistador Pablo Morillo les ofreció la libertad a los esclavos, cuando ya la gran mayoría de negros, mulatos y pardos era libre. No les ofreció garantizarles la igualdad ante la Ley, que las constituciones republicanas habían instaurado, eliminando las discriminaciones legales por el color de la piel y otros atributos de nacimiento, porque Morillo representaba el antiguo orden. Las castas de color tomaron las armas por la idea que más les interesaba de los patriotas, y produjeron héroes de la Independencia (Rondón, Padilla). Es un hecho que está en el surgimiento de nuestra nación, y no ha sido reconocido ni por la "historia oficial" ni por la "etnoeducación".

Casi 200 años después, con menos dramatismo, la mayoría silenciosa de la población negra asiste a dos llamados: la diferencia o la igualdad. O construir una diferencia cultural radical, dándole más autenticidad o alcance a la "nación pluriétnica y multicultural", o buscar la igualdad socioeconómica en el marco de la mayoría cultural diversa, pero "occidental".

A veces, algunos multiculturalistas aceptan que es preciso inventar la identidad étnica de millones de ciudadanos negros, e incluso volverlos jurídicamente un grupo tribal, para poder sumarlos a los indígenas, los palenqueros y los raizales de San Andrés, el 4 por ciento de la población, en su cruzada contra el modelo hegemónico o colonial. No pocos, que antes apostaban a la 'clase' como detonante de la "revolución", hoy le apuestan a la 'raza', lo que no pasó ni en Cartagena en la década de 1820.

El problema de la invención de la etnicidad negra con intención multicultural o radical es múltiple: 1) se basa en prácticas que no resisten la urbanización ni la educación; 2) desarraiga del sentido de patria o nación, porque desconoce la integración de los negros en la historia nacional, y privilegia un sentido de diáspora africana, y 3) en su afán de oponerse a la sociedad y al sistema disponibles fomenta valores y sentimientos negativos que conducen a conversaciones sociales improductivas. Una combinación de esencialismo identitario y de clientelismo ha hecho que entidades estatales pidan "certificado de negro" para acceder a acciones afirmativas. Entonces, millones de negros, como tantos de la Costa Caribe, que no tienen identidad "étnico-racial" o que cultivan una en su vida privada distante del discurso de las organizaciones que expiden los certificados, ¿no clasifican para cerrar la brecha? Por la misma vía, unas personas sin legitimidad democrática representan a toda la población negra.

En la práctica, no funciona el "iguales, pero diferentes", porque la construcción de la diferencia cultural radical no aporta la mentalidad y consume la energía necesaria para superar la pobreza y alcanzar el bienestar (la igualdad), a menos que se crea que derechos prolijos y escasos recursos de redistribución bastan. Por fortuna, el llamado a la lucha por la igualdad encuentra una tradición fértil. Juego limpio (no discriminación), señores, y no será la primera vez que marchemos adelante en la batalla, por los ideales de todos los colombianos.

Daniel Mera Villamizar
Directivo de la Fundación Color de Colombia
Especial para EL TIEMPO

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