Por Claudia Ayola Escallón.15 de febrero de 2011
OPINIÓN En su columna "Esta negra no es tan negra", Daniel Samper Pizano no contrastó la información, lo que es extraño en un periodista de su talante.
En la reciente publicación de Daniel Samper Pizano, en el periódico El Tiempo, el autor señala que “los beneficios a afrocolombianos podrían desatar una nueva forma de discriminación racial” y en su texto ilustra el caso de Martha Amor, la directora de la emisora de la Universidad de Cartagena, quien en su espacio como columnista de El Universal expresó su malestar por no haber sido ganadora de la beca que financia el Instituto de Patrimonio y Cultura (IPCC) para la maestría en Desarrollo y Cultura de la Universidad Tecnológica de Bolívar.
A pesar de la reconocida trayectoria de un periodista y escritor como Samper, llama la atención el desconocimiento que tiene sobre el caso cartagenero, en el que aborda el tema de manera inocente dejando de lado las ventajas sociales que tiene una mujer como Amor, y desconociendo el segundo inciso del artículo 13 de la Constitución Nacional, que dice “El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva, y adoptará medidas a favor de grupos discriminados o marginados”.
A pesar de la visión del periodista, la directora de UdC Radio dista de ser una mujer afrodescendiente con labores en comunidades étnicas. No es cierto que tenga un sueldo miserable, pues estamos hablando de un importante cargo en la Universidad de Cartagena, no es cierto que sea una mujer pobre, y no es cierto que haya sido discriminada por no ser suficientemente negra.
Tampoco es cierto que Martha Amor haya tenido un programa de radio llamado Negro tenías que ser, como señala Daniel Samper Pizano. “Negro tenía que sé” es una campaña que nace dentro de una iniciativa del Centro de Formación de la Cooperación Española, que apoyó a 25 jóvenes del barrio Villa Hermosa, ubicado en la localidad 3 de la ciudad de Cartagena y se identifica como la última invasión después del barrio Nelson Mandela. La coordinación estuvo a cargo de la trabajadora social Lewis León y la campaña fue diseñada por los jóvenes.
Este proceso tuvo el respaldo de Secretaría del Interior, el IPCC y de Red Afro, organización de la que Amor no es miembro activo. También contó con el apoyo de la Universidad Nacional y la Universidad de Cartagena, a través de grupos de investigación a los que Amor tampoco pertenece. Las cuñas salieron al aire en varias emisoras, entre ellas UdC Radio.
La beca del IPCC está diseñada como una acción afirmativa que le apunta a la inclusión social, apoyando especialmente a los tradicionalmente discriminados. El cargo, el sueldo, el club, el carro, la casa, los estudios en una prestigiosa universidad privada, el reconocimiento social, los múltiples viajes al exterior, son quizá razones más fuertes que el color de piel, para que Martha no sea la beneficiaria de una beca de 22 millones de pesos con recursos públicos. El color de la piel no fue lo que le impidió a Amor ganar la beca.
Me pregunto: ¿Sabe Samper qué hace Rudelsy Simarra, la ganadora? ¿Sabe que vive en las faldas de La Popa, que se encomienda a sus orishas, y no tiene a un columnista a quien llorarle? ¿Sabe que los dos ganadores superan en méritos a Amor? Daniel Samper no contrastó la información, lo que es extraño en un periodista de su talante, y sus afirmaciones resultan peligrosas para los procesos que buscan la igualdad social en la ciudad.
De la misma manera como algunos inescrupulosos pretenden aprovecharse de los beneficios de los desplazados, no resulta extraño que ahora más de uno quiera ser pobre, negro, indígena y mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario